Dwight Eisenhower, expresidente norteamericano y ex comandante de las fuerzas aliadas en el día D en la segunda guerra mundial dijo lo siguiente: “Liderazgo es el arte de hacer que alguien haga algo que tú quieres que se haga porque él lo quiere hacer”
Todo proyecto tiene un líder. Cuando entra en escena el liderazgo, al mismo tiempo llega un séquito de imprescindibles, como la comunicación efectiva, estrategia, negociación, mediación, solución de conflictos, formación de equipos… En suma, antes de emprender cualquier acción, hay que decidirla. Pues bien, todos los elementos antes descritos tienen que ver con la palabra hablada.
Hacer que se haga es la esencia del liderazgo
Por decirlo de otra forma: la a palabra produce una emoción y la emoción produce acción. Por lo tanto, la acción es el objetivo último, es decir, debe ser el efecto que todo líder debe producir en su gente. Ejemplo, dentro de las distintas estructuras de presentación, nos encontramos con el elevator pitch, muy utilizado en situaciones de búsqueda de inversores o financiación para un proyecto ya en marcha. Así que, si un emprendedor no sabe cómo diseñar la presentación de un proyecto de forma estratégica con la estructura de un elevator pitch, termina convirtiendo una gran oportunidad de conseguir inversión en una pérdida de tiempo para la gente que lo está escuchando. El error más común en estos casos es ofrecer algo sin antes despertar la necesidad de tener ese algo. La buena noticia es que todo esto se puede aprender.
Un buen orador/profesor/conferencista o líder es aquel que hace que la gente se vaya mejor de lo que llegó, no sólo según la inspiración, sino también en lo que tiene que ver con la información. Como decía antes, la emoción sirve para generar acción, pero la razón sirve para explicar por qué hay que tomar acción.
“No podemos cambiar a nadie, pero si podemos hacer que quieran cambiar”.
Justamente esta frase es la que responde la pregunta de este artículo, teniendo en cuenta que el objetivo de un líder es generar las condiciones para que se haga lo que se tiene que hacer por convicción propia e individual de cada uno, el vehículo para lograr esto es la oratoria persuasiva, ya que sin esta herramienta todos las tareas del liderazgo se hacen casi imposibles.
